Quien piense que en los Países Bajos no hay playas ni buen clima, está bien equivocado. El pasado domingo 27 de agosto fuimos testigos de un pequeño festival diurno, ubicado a orillas del mar del Norte, concretamente en el The Hague Beach Stadium. Como su propio nombre indica, se trataba de un estadio donde se desarrollan todo tipo de eventos, desde fiestas de electrónica hasta partidos de fútbol o volley playa. Bailar sobre la arena fue toda una sensación, pero más aún lo fue el musicón que sonó por un excelente sound system, de esos que parecen fabricados de forma artesanal, imitando a los todopoderosos Funktion-One.

The Crave Beach

The Crave es una organización afincada en la antigua capital del país, promotores de los mejores festejos de techno de esta ciudad. Aunque su plato fuerte del año es el festival de principios del verano (ver crónica), esta celebración tampoco se queda atrás. El despliegue técnico fue notable, el sonido impecable, y aunque sólo montaron un escenario (tampoco el estadio da para más), éste dio mucho juego, ofreciendo un jugoso line-up de auténticos capos del sonido de la Motown, mezclando clásicos con artistas ciertamente en forma.

Tras un buen descanso posterior a Mysteryland (ver crónica), donde acudimos el día anterior, pusimos rumbo a La Haya. La costa resultó fácilmente alcanzable por transporte público. Atravesando el paseo marítimo, ya podía olerse que algo inusual estaba pasando por el distrito. Grupos de jóvenes, y no tan jóvenes, se iban agolpando en torno al recinto para refrescar sus gargantas con una última cerveza, antes del ejercicio aeróbico. Pese a llegar a una hora bastante razonable, nos perdimos las dos primeras actuaciones, las de Terekke y Deniro, quienes a buen seguro realizaron un cálido warm up, al servicio de los primeros visitantes.

The Crave Beach

En cuanto a lo musical, al primer pinchadiscos que disfrutamos fue Steve Rachmad, nada menos, leyenda viva del techno. El ecléctico maestro holandés, movió al público a su antojo. Mezcolanza de tracks, entre lo nuevo y lo atemporal, enlazados mediante transiciones bien hilvanadas. Aunque preferimos su versión live, cuando actúa como Sterac, su sesión fue perfecta para abrir boca. El mítico dúo Octave One tomó el relevo, disponiendo sobre el tapete un buen arsenal de aparatos. Su directo tuvo gran acogida por parte del respetable, y es que los americanos son muy queridos por estos lares. Sonido “made in Detroit”, percusivo y pistero como pocos. No obstante, lo mejor estaba por llegar…

Ojo con la masterclass que se marcó Anthony Parasole a continuación. Y digo esto porque su nombre todavía no figura entre los grandes del género, aunque por Holanda cada vez lo vemos más compartiendo carteles de altura. El estadunidense estuvo, sencillamente, espectacular. Techno de gama alta, bombos pesados y atmósferas hipnóticas, sabiendo compaginar perfectamente momentos de máxima tensión con otros más transitorios. El closing fue obra de DJ Nobu, quien literalmente nos partió en Dekmantel (ver crónica). El nipón respondió a nuestras expectativas y se marcó otro set para el recuerdo. Está cogiendo fama de buen cerrajero de festivales.

A las once en punto de la noche, el evento llegó a su fin. Como viene siendo habitual en las fiestas organizadas por The Crave, la despida quedó adornada por una horda de banderas, hondeadas por los propios asistentes. Una vez más, salimos más que contentos de una de las suyas. Habrá que continuar siguiéndole la pista a este colectivo. Antes de despedirnos, quiero dar las gracias a sus miembros por abrirnos sus puertas cada vez que lo solicitamos, en especial a Lex, quien siempre responde amablemente a nuestras peticiones.

Autor: Pablo Ortega

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