Ya son tres años consecutivos los que venimos asistiendo a The Crave, probablemente el festival de techno más relevante de La Haya. Nuestras buenas relaciones con los chicos de District25 (ver otros eventos), nos está permitiendo conocer de primera mano lo que se mueve por esta localidad, tanto a nivel de clubbing, gracias a nuestras visitas a Het Magazijn, su sala insignia, como a eventos de mayor envergadura, y no sólo por The Crave, sino también por su edición de playa (ver) o sus fiestas de warehouse (ver). Ciudades vecinas como Rotterdam o Leiden, están empezando a envidiar la cada vez más amplia programación que se nos ofrece por la antigua capital de los Países Bajos.

Tras un buen almuerzo para cargar baterías, pusimos rumbo a la gran zona verde del Zuiderpark, situada hacia el sur de La Haya, donde el pasado sábado 2 de junio daría lugar la efeméride, uno de los primeros grandes open air del año en Holanda. Así pues, circunstancias muy similares a las de la edición anterior (ver crónica). Temperatura primaveral perfecta, buen ambiente, atracciones circenses, máquinas de humo por doquier, el frescor del lago… todos los ingredientes para pasar una jornada agradable entre amigos y buena música. Tras cambiar unos euros por tokens, entramos en faena…

The Crave Festival

Ante nosotros, cuatro escenarios de temática bien diferenciada. Antes de centrarnos en los dos que más nos interesaban, nos dimos una vuelta de reconocimiento por el recinto, idéntico al del año pasado. Nada más entrar, una plaza rectangular hace las veces de meeting point y centro distribuidor de las distintas áreas, además de disponer puestos de comida con sus respectivas mesas-merendero. Hacia la derecha, nos encontramos con los stages Disctrict25 y Pip. El primero, dedicado al house y al disco, albergaba la actuación de Levon Vincent, un maestro a los platos, que sin embargo no llegó a engatusarnos esta vez. Por su parte, el Pip se encontraba un poco más alejado, pero tampoco el comienzo de set de Twice Upon a Time nos invitó a quedarnos demasiado.

La otra mitad del complejo estaba ocupada por otras dos carpas, donde a la postre pasaríamos casi toda la jornada. Primero acudimos a la Intergalactic FM, donde nos topamos con el veterano Jeroen van der Star, más conocido como DJ TLR. El hagacomitense, uno de los pinchadiscos más versátiles del circuito, siempre fue capaz de converger muchos estilos, generando sesiones muy eclécticas y divertidas. Jugaba en casa y se le veía con ganas, pero pronto sentimos la llamada del main floor, el cual desplegaba el contenido más serio y technoide del envite. La emergente Aurora Halal fue la primera artista de renombre en pasar por su cabina. La de Brooklyn nos sorprendió con un espectro bastante psicodélico, con muchas gotas de acidez, creando una burbuja sombría en medio de la tarde. Empezaba lo bueno.

The Crave Festival

Acto seguido, uno de los artistas más queridos por estos lares, Deniro, quien ciertamente no es santo de nuestra devoción. Así pues, nos alejamos del principal, cuyo espacio escénico estaba principalmente compuesto por containers, muy al estilo The Crave, mientras que el encargado de darle colorido por medio de la luminotecnia fue Strobert, un clásico en estas labores. El área Intergalactic FM lucía más escueta, con aparentemente menos provisión de sonido, aunque a nuestro parecer, sonaba mejor que el main, más nítido y equilibrado. De vuelta a sus dominios, dimos con el descubrimiento positivo del festival: el live de Ekman. El holandés nos regaló un viaje espacial de tintes ácidos y pasajes turbulentos, una maravilla para nuestros oídos.

Otro ilustre de La Haya, Beverly Hills 808303, cogió el relevo e hizo gala de su maquinaria analógica Roland. Sin embargo, el listón estaba muy alto y no consiguió acercarse al nivel de su predecesor, así que decidimos visitar otras carpas. De vuelta al District25, The Egyptian Lover daba musicalidad al único escenario semiabierto. Si querías recibir toda la potencia de su soundsystem, tenías que agolparte bajo su cubierta circular. Por otro lado, el Pip se presentaba mucho más abierto, bien decorado con vegetación a modo de enredaderas que trepaban por sus estructuras metálicas de soporte. El noruego DJ Sotofett tuvo 4 horas para justificar su presencia en el line-up, cerrando dicho stage, aunque me temo que su audiencia no fue demasiado numerosa.

The Crave Festival

Los encargados del closing del District25 fueron los Hessle Audio Trio, es decir, Ben UFO + Pangaea + Pearson Sound, una curiosa mezcolanza que resultó en un prontuario de sonidos variopintos y provocadores, pues lo mismo te ponían un tema nu-disco que otro más technero. Por su parte, el mítico DJ Stringray clausuraba el Intergalactic FM, aunque nuestra primera y definitiva opción fue el main stage, donde primeramente presenciamos los últimos coletazos de Matrixxman, a quien veríamos más extendidamente en el after, para después poner el broche de oro al festejo con Blawan, de largo, la mejor actuación del día. La oscuridad y la contundencia del techno “made in Birmingham” nos trajo la noche a base de bombo y platillo, directo a la yugular, y es que el británico supo poner pista en ebullición con sus vinilos más abrasivos. Como siempre ocurre en este evento, se repartieron una multitud de banderas con los emblemas de The Crave, que fueron bien hondeadas para decir adiós.

AFTERPARTY

Efectivamente, la cosa no quedó ahí. El festival terminó a las once y media de la noche, pero todavía quedaba leña por cortar. Sus promotores montaron dos afterpartys en dos clubes diferentes, el Het Magazijn y el Pip, dando así varias opciones a aquellos que queríamos más. Pese a que el Pip presentaba un cartel más que decente: Alienata, Lenson, Van Anh, Skee Mask… repartidos entre dos salas, optamos por la opción más underground, esto es, la pequeña discoteca en sótano Het Magazijn, una plaza donde ya hemos toreado varias veces, y nos encanta. “El Almacén”, como así se traduciría al castellano, cuenta con una magnífica acústica Funktion One, pese a su reducido tamaño para 150 asistentes. Las cervezas se sirven en vaso de cristal (milagro), y no tienes que pagar por entrar al servicio (otro milagro).

The Crave Festival

Su atmósfera es realmente obscura, tan sólo unos tímidos focos dan algo de claridad a su lúgubre ambientación, muy adecuada para servir techno. De hecho, el uso de teléfonos móviles está prohibido en el dancefloor, para mantener al respetable focalizado en la música y evitar más puntos de luz. A los mandos, el americano Vin Sol hizo el warm up de una programación que se extendería hasta las 12 del mediodía del domingo, una docena de horas de música ininterrumpida. Sus cadencias minimalistas en progresión dieron paso al plato fuerte: Matrixxman, uno de los DJs más en boga por estos lares. El también estadounidense estuvo bastante entonado, manteniendo un buen ritmo durante su largo set de tres horas. No obstante, poco antes de su cierre, acabamos abandonando la sala. Nuestras energías terminaron por agotarse.

The Crave Festival

Todo esto fue lo que dio de sí el fin de semana de The Crave que, aunque no lo haya señalado hasta ahora, el viernes y el domingo también tuvieron sus eventos correspondientes, en Het Magazijn y Whoosah Beachclub, respectivamente. Por lo tanto, no nos queda otra que coronar al staff de District25 por poner tanta carne en el asador durante todo un fin de semana, ampliando y mejorando el programa con respecto a ediciones anteriores. Cada año, más y mejor. Excelente trabajo de producción que derivó en una palpable satisfacción por parte del público, sold out incluido. Ya tenemos marcadas en el calendario de 2019 las fechas de la próxima contienda, que datará a finales de mayo. Agradecimientos especiales a Lex Rutjes por abrirnos sus puertas amablemente y por atender siempre a nuestras peticiones.

Autor: Pablo Ortega