Es cierto que la mayoría de crónicas que les traemos desde los Países Bajos suelen corresponder más a las escenas techno y house (ver ejemplos), así como al hardcore (ver), o incluso al trance melódico, u otros estilos más clásicos. Son pocos los reportajes que, hasta ahora, les hemos traído sobre uno de nuestros géneros favoritos: el psy-trance. Pues bien, hoy les traemos el festival más potente del año al respecto, con permiso del magnánimo Psy-Fi, del cual dimos fe hace tres años (ver crónica). Nos referimos al Solstice, pues como su propio nombre indica, siempre se celebra exactamente el día del solsticio de verano, el 21 de junio, toque el día que toque en la semana. De hecho, el año pasado tuvimos que rechazarlo por motivos laborales, ya que se desarrolló a mediados de semana.
Las buenas relaciones de sus organizadores, la crew Trance Orient Express, con otras tribus semejantes, no sólo del país de los tulipanes, sino también otros colectivos alemanes, como por ejemplo Waldfrieden, les permite contar con los apoyos necesarios para montar un ritual a la altura del exigente público holandés, acostumbrado a fiestas de grandes prestaciones, además de facilitarles la confección de un line-up que nunca defrauda, variado y de calidad. Así, por poner un ejemplo, la carismática pinchadiscos alemana Djoanna, directora artística de Hai in den Mai (ver reportaje) y del Wonderland (ver), formó parte del cartel, aunque desgraciadamente no llegamos a tiempo de verla, ya que ese viernes también tuvimos que cumplir con nuestras obligaciones.
Dicho esto, sobre las cuatro de la tarde conseguimos escaparnos a hurtadillas de la oficina para poner rumbo al distrito de Ruigoord, hacia el noroeste de Amsterdam, más allá del puerto industrial. Este sector urbano cuenta con una historia de lo más peculiar (ver enlace), que les invitamos a echarle el ojo si desean ampliar información. Se trata de un barrio hippie habitado por todo tipo de personajes artistoides, cuyo estilo de vida está más asociado con la cultura hípster de los sesenta que con el mundo occidental que conocemos. Desde luego, la que se lía por estos parajes cuando deciden organizar un festejo como este, no tiene desperdicio. Pasen y vean…
Nuestra llegada se produjo sobre las cinco de la tarde, a tiempo para ver la Solstice Performance en el stage principal, que no fue otra cosa que una batucada improvisada que sirvió para interactuar y animar al respetable a golpe de percusión y malabares. El recinto ya se encontraba bastante aglomerado, sol pleno y temperaturas agradables, por lo que los niveles de alegría y júbilo de los cientos de asistentes se hacía notar desde los mismos accesos. Allí, fuimos amablemente atendidos por Daan y su equipo, quienes nos previeron de varias consumiciones y nos facilitaron la entrada a su base de operaciones, donde pudimos depositar nuestras pertenencias y cargar dispositivos electrónicos.
Además del main, como áreas alternativas, contábamos con un buen chill out outdoor, más la famosa iglesia del barrio, sobre la cual pivota la distribución de todos los espacios: puestos de comida, barras, mercadillo, servicios sanitarios, zonas de descanso… en definitiva, todas las instalaciones necesarias para pasar un día confortable. En el chill, nos encontramos con Blau a los mandos, líder y creador del movimiento Transition (ver) en Andalucía, promotor de la mejor sala del sur y del festival de trance más importante de nuestro país. Nunca antes vimos al de Almonte pinchar a bajo tempo, pese a que lo conocemos de hace muchos años. El cuerpo nos pedía más meneo, por lo que, tras saludarlo, nos pusimos a merced de los ritmos más pisteros que ya se daban en el principal.
Por su parte, el interior del templo se decoró acorde con la cultura psy, así como todo el complejo. Cabría destacar las proyecciones sobre sus muros interiores, aunque no podemos decir lo mismo del soundsystem. Hasta las once de la noche, hora a la que arrancaba allí el after oficial, se podían contemplar actuaciones basadas en modulaciones, es decir, maquinaria cableada que reproducía un espectro sonoro más bien techno. Asimismo, se colocaron algunas pantallas por si querías alucinar un rato con visuales de lo más sugerentes, desde fragmentos de dibujos animados hasta mantras de lo más psicodélicos.
Al primero que vimos en el main stage fue Atacama, un prolífero productor de psychedelic afincado en Alemania. Cadencias cálidas y bailongas, adecuadas para arrancar motores, provocando nuestros primeros bailes, entre risas, ya que nos encontramos con varios amigos asiduos a este tipo de contiendas. Acto seguido, otro viejo conocido, Logic Bomb, realizaría un set de tintes retro para el deleite de los más veteranos. Al sueco lo vimos muy cómodo ante una audiencia que conoce muy bien, ya que no resulta difícil encontrarlo encabezando carteles por territorio naranja. Más tarde, Regan, fundador de Nano Records, endureció considerablemente la banda sonora con su psychedelic británico rocoso y contundente. Empezaba lo bueno.
El atardecer fue cosa del inglés Scorb, cuyo live valió de perfecta transición hacia la noche. Su repertorio más serio y oscuro nos iba preparando para el psy-trance nocturno, más de nuestro agrado. Los bombos se iban tornando más pesados y las basslines se fueron emborronando hasta la llegada de Kala, quien nos propuso un discurso definitivamente ácido y lúgubre, casi forest, subgénero cercano al dark-psy, rondando los 150 bpms. El esloveno realizó la sesión más pujante y sólida del festival, aunque el italiano Giuseppe tampoco desmereció en absoluto. El capo del sello Parvati, muy presente e involucrado en toda clase de envites trance, mezcló con acierto y cerró el main con un remix del mítico “Out of Space” de Prodigy.
No me quiero despedir sin, al menos, mencionar otros dos actos que vimos de pasada por la carpa alternativa, cortesía de la Dutch Acid Family: los de Invisible Ralf, habitual en franjas ambient, y Shivanki, quien dejó al margen su maleta de twilight para despachar sonidos más chill, en consonancia con lo que se solicitaba por aquel rincón. Entre ambos dancefloor, se dispuso un healing area bajo una pirámide, dentro de la cual te podías hasta pegar una siesta. Lástima que nos perdimos la actuación de Back to Mars, principal responsable de la contratación de artistas, una de nuestras favoritas, que ya disfrutamos recientemente en su paso por Transition. Gracias a ella, pudimos dar fe de esta maravillosa cita a la que siempre intentaremos acudir, pese a las trabas que siempre les pone la municipalidad (ver).
Tal y como ya os indicamos tras su edición de 2016 (ver review), podemos afirmar que Solstice es, sin lugar a dudas, un evento más que recomendable que combina a la perfección cultura trancera con excelente música psicodélica, en varias vertientes, con un programa muy cuidado, en función del momento del día. Aunque de corta duración, bien se merece un peregrinaje. Lo mejor: el ambiente, divertido y policromático. Es el día de sacar del armario sus disfraces más atrevidos y sus complementos más creativos… ¡volveremos!
Autor: Pablo Ortega