Si creían que ya lo habían visto todo en materia de crónicas, están equivocados. Hoy les traemos un evento muy especial, fruto de la unión entre el hardcore y el drum&bass más underground que se despacha por los Países Bajos. Les hablamos de PRSPCT, un colectivo afincado en Rotterdam, la ciudad que vio nacer el early hardcore, capaces de fusionar dos de los estilos más exigentes para nuestras zapatillas. Allí es donde resido desde hace 3 años y medio, así que no podía dejar pasar la ocasión de participar en esta prometedora contienda.
Aprovechando la festividad de la Ascensión, la batalla se libró la noche del miércoles 29 de mayo. La mayoría de habitantes de este país hacían puente, por lo que teníamos ante nosotros un largo fin de semana que no acabaría aquí (ver desenlace). Como no podía ser de otra manera, el emplazamiento elegido fue el gigantesco Maassilo, un edificio industrial a orillas del río Maas que suele albergar festejos de este calibre. Así pues, subimos hasta su décima y última planta, el club Factory 010, donde un laberinto de salas, áreas de descanso y fumadores, servicios sanitarios, merchandising… y toda la parafernalia que necesita una fecha tan señalada como esta.
Nada menos que tres escenarios: un main room bien equipado, en el que destacaban las visuales tras la cabina del DJ y la luminotecnia, donde se desarrollaría el grueso más importante de la programación, dedicado a los sonidos rotos, un stage alternativo que albergaría las cadencias más rudas y hardcorianas, y otro bastante más pequeño que apenas pisamos, más centrado en el descanso y el esparcimiento de los asistentes. La primera sorpresa desagradable fue que nos perdimos a Neonlight, a priori nuestro favorito en el line-up, ya que su temprano set transcurrió durante la medianoche.
Tras presenciar los últimos coletazos de The Upbeats, a los cuales ya vimos durante el pasado Korsakov Halloween Festival (ver reportaje), una de las leyendas vivas del drum&bass demostró por qué sigue surfeando sobre la cresta de la ola. Nos referimos a The Panacea, uno de los clásicos, headliner indiscutible, quien anunció que este sería su último set de este género en Holanda. El alemán, conocedor a la perfección del público que tenía delante y de la fiesta en la que se encontraba, aderezó su repertorio con varios tracks de corte hardcore, jubilosamente recibidos por un dancefloor ya abarrotado y entregado a la causa.
A continuación, otro de los cabezas de cartel, el infatigable Audio, miembro de sellos tan importantes como Ram o Virus. Como era de esperar, el británico no dejó a títere con cabeza a través de una frenética sesión de neurofunk, sin pausa ni tregua, que terminó quemándonos varios cientos de kilocalorías. Por su parte, MC Dart haría lo propio en este stage principal durante todos los actos, lamentablemente para nosotros. Sí, somos de los que pensamos que, a la buena música, no hay que añadirle nada para elevarla, y menos la voz de un tipo rapeando. Qué le vamos a hacer, somos unos puristas (y puritanos también, para qué negarlo).
Los siguientes en desfilar fueron Limewax y Synthakt, quienes juntaron sus manos para desplegar un back to back no apto para cardíacos. Contundencia y oscuridad a raudales, tiñendo la banda sonora con pinceladas de hardcore, nuevamente. Momentos en los que decidimos desplazarnos hacia la sala alternativa para comprobar qué nos ofrecía el dúo The Outside Agency, muy reclamados por estos lares. Los de Genosha Records pincharon un total de seis horas, todo un acontecimiento si tenemos en cuenta la duración habitual de los sets de hardcore. Los holandeses fueron subiendo ritmo progresivamente, hasta alcanzar uptempo, pasando por hardcore gabber e industrial.
Dicho espacio secundario era una sauna donde el calor y la humedad provocada por el sudor del respetable se notaban de inmediato, por lo que no tardamos en volver al main. Gancher & Ruin nos dieron la bienvenido a base bombos y basslines rompedores, cada vez más propios del sonido roterdamés, es decir, crudeza y toxicidad, sin piedad alguna. El cierre fue cosa de Trasher y Detest, otros que unieron sus fuerzas para deleitarnos con un closing a la altura de PRSPCT, mostrándose los más afines al concepto de la promotora, y también los más incisivos y juguetones a los platos… Taxi, al hospital más cercano, ¡por favor!
Como pueden imaginar, esta peculiar experiencia supuso un desgaste energético considerable. Esto es a lo que íbamos, desde luego. La efeméride fue todo un éxito; las dos pistas de baile estuvieron siempre llenas hasta la bandera, y la mayoría de audiencia no abandonó el edificio hasta el final, como debe ser. Desde Grow Sound, agradecemos enormemente las facilidades dadas por la organización, en especial a Timo Bosman, por abrirnos sus puertas y dejarnos participar en esta bendita locura.
Autor: Pablo Ortega