Si existe un festival sobre territorio español que realmente vale la pena, tenemos que hablar de Paral·lel. Permítanme comenzar su crónica con esta frase tan rotunda, y es que este festejo tan especial, tras tres ediciones para el recuerdo, se merece todo tipo de halagos. Si te consideras un oyente exigente, estás cansado de ver siempre los mientras nombres escritos en los carteles más pretensiosos, y además quieres evitar macro-eventos superpoblados y agobiantes, esta debe ser tu cita anual con el techno.

El año pasado tuve la oportunidad de experimentarlo por primera vez (ver crónica), bien aconsejado por varios incondicionales del género de Detroit. Pese a tener que trasladarme desde Holanda, donde resido desde hace más de dos años y medio y, como podrán imaginar, si algo no me falta allí, son fiestas de calidad. La decisión de cubrir la efeméride para esta revista no sólo fue acertadísima, sino que Paral·lel se ha convertido en una fecha en rojo a la que sé que no debo faltar. Sigan leyendo y enseguida comprenderán por qué…

Paral·lel Festival

Como en cada edición, el festival se desarrolla durante el primer fin de semana de septiembre, concretamente desde el viernes 31 de agosto hasta el domingo 2, cerrando así la época estival del circuito nacional. ¿Qué se nos ofrece? Menú de gourmets, una historia en tres partes, como les gusta denominar a sus creadores: prólogo, nudo y epílogo. Cada sesión tiene algo que ver con la anterior, donde la progresión gradual, de menos a más, acorde a cada momento del día, está garantizada. ¿Lo mejor del festival? Sin duda, el sound system: Lambda Lambs QX-3 60º + 16 subgraves DH-18. Los que me conocéis, bien sabéis que tengo un currículum de eventos en mi mochila muy respetable… pues bien, pocas veces he sentido la fuerza y la nitidez del sonido como aquí, en las medianías de Guardiola de Berguedá.

VIERNES

Muy a mi pesar, nuestra salida desde la ciudad condal en coche alquilado se produjo pasadas las 6 de tarde, ya que nuestro equipo humano contaba con varios currantes a los que tuvimos que esperar a que salieron de sus respectivos puestos de trabajo. Por lo tanto, no nos quedó más remedio que prescindir de las actuaciones de Guillam e Izabel, de las cuales nos contaron que completaron un warm up más que decente, ideal para ir calentando motores. Tras validar nuestras acreditaciones, montamos rápidamente nuestras tiendas, aprovechando los últimos rayos de sol. El nuevo emplazamiento, muy parecido al de la pasada edición, pues de hecho tan sólo se separan unos kilómetros, brindaba las mismas bondades, esto es, un paraje natural precioso, a mil metros sobre el nivel del mar, en pleno prepirineo, rodeado de una masa arbórea frondosa y cuantiosa.

Paral·lel Festival

Otra de las novedades fue la cercanía con el hotel Jou Integral que, por supuesto, puso sus habitaciones a la disposición de los asistentes más comodones, así como su piscina de aguas minerales, abastecida directamente desde el río y, por lo tanto, bien fresquita. Cabe destacar que la distribución del stage y sus servicios anejos (barra, foodtrucks, servicios sanitarios…) se vio favorecida por la mayor proximidad entre desniveles y zonas arboladas, resultando un recinto mejor acotado y resguardado, más acogedor, con el bar y áreas de descanso más a mano, ampliadas con respecto a ediciones anteriores. Como ven, se trata de un evento sobradamente dotado para pasar un fin de semana agradable, donde el descanso y el esparcimiento son bien considerados.

Sobre las 10 de la noche, conseguimos asentarnos en un dancefloor bastante poblado, y es que finalmente se colgó el cartel de sold out, se vendieron las mil entradas disponibles. Uno de los platos fuertes del lineup nos daría la bienvenida ante un público bien entrado en faena. Hablamos de Alan Backdrop, a quien ya tuve la ocasión de escuchar en directo en Rotterdam unos meses atrás, motivado por su inclusión en el programa del Paral·lel. Aquella vez, el italiano de Semantica Records nos dejó muy buenas sensaciones, cosa que no llegó a lograr aquí en la finca de Can Jou. Me temo que se trata de esos artistas que, quizás por la abstracción y la opacidad de su repertorio, luce mucho más en club que en open air.

Paral·lel Festival

Teníamos muchas ganas de ver como se desenvolvían los chicos de natural/electronic.system en penumbra. Tras dos ediciones animando el cotarro durante el atardecer, los programadores artísticos decidieron sacarlos de su zona de confort, ubicándolos en medio de la noche, cerrando así la fase de prólogo. Su primera hora de sesión no se salió demasiado de su guion habitual: dub-techno de gama alta, cada tema te va narrando una historia que va siendo perfectamente hilvanada, tejiendo un paisaje sonoro al alcance de muy pocos. Gradualmente, el dúo transalpino se fue endureciendo y poniendo cada vez más serio, llegando a cotas que no me habría imaginado nunca, sin que te des cuenta. Una vez más, me quito el sombrero.

SÁBADO

Ante nosotros, el nudo de este bonito relato estaba a punto de dar comienzo. Entre el desayuno, la ducha y las risas mañaneras recordando lo vivido, la primera parte del día se nos pasó volando, así como la actuación de Grand River, a quien apenas escuchamos desde la distancia. Aprovecho para mencionar los interesantes talleres que dieron lugar en los aledaños del hotel, dedicados a la producción musical sin ordenador, sintetizadores, modulares y otras máquinas. Pese a nuestra intención de acudir, al menos para echarles un vistazo y comprobar cómo se desarrollaban, todo quedó en una intentona frustrada, ya que priorizamos la programación de baile y el descanso, para luego darlo todo a pie de pista. Qué le voy a hacer, me gusta el bacalao…

Paral·lel Festival

Ojo al artista que me toca comentar: Valentino Mora. Poco o nada sabíamos de este mago de los platos que, tras verlo de principio a fin, estoy seguro de que nunca se me olvidará su nombre. A su exquisita selección musical, le sumó una lectura del respetable de matrícula. El también italiano nos dio lo que necesitábamos en cada momento, desde sus primeros tracks de bajo tempo, pero de tremenda profundidad, hasta las bombas que fue soltando como el que no quiere la cosa, terminando muy arriba. Difícil papeleta la que se le presentó al bueno de Forest West Drive, quien no terminó de conectarme como su predecesor, hasta el punto que no tengo más remedio que decir que, esta vez, el orden de actuaciones debió ser el inverso. Flojito el británico.

La tarde iba cayendo, hasta que a eso de las 8, uno de los desarrolladores conceptuales del festival, así como peso pesado del booking de Pole Group, Refracted, emergió en cabina como Pedro por su casa. No se me ocurren demasiados apelativos a la altura de su brillantez musical, lo cierto es que su techno atmosférico me pone en órbita en muy poco tiempo. Cuatro horas de viaje sin motor, no apto para mentes perturbables. Acto seguido, la nota negativa de la jornada la puso Wata Igarashi, cuyos problemas técnicos de configuración le impidió despachar su live según lo previsto, por lo que tuvo que salir del paso con un mini set a CDJs que, no obstante, sonó como los ángeles. Espina clavada, que afortunadamente nos pudimos sacar el domingo…

Paral·lel Festival

Como cada año, el cabeza de cartel de turno sería el encargado del closing en pleno clímax de la narración. En esta ocasión, los honores serían para la todopoderosa Dasha Rush. Otra sesión difícilmente describible en prosa. No creo que exagere mucho si me atrevo a catalogarla como una de las pinchadiscos más en forma de la escena actual, si no la más… Nadie como ella conjunta elegancia, contundencia y psicodelia a partes iguales, y a niveles estratosféricos. La rusa te hipnotiza desde la primera mezcla, jamás defrauda, capacitada para pilotar magistralmente un espectro muy amplio de sonidos, sin fisura alguna. Sobradísima.

DOMINGO

Tras un nudo narrativo casi perfecto, y casi sin tiempo para digerir el musicón que se nos había servido aquel inolvidable sábado, de nuevo tuvimos que ponernos a punto para otra buena ración de techno. No me quiero olvidar de remarcar el despliegue luminotécnico nocturno, el cual, pese a su sutileza y minimalismo, aderezó la noche con proyecciones lumínicas muy sugerentes sobre la masa de árboles y sobre el propio escenario, dando una imagen intergaláctica a la escenografía, sin robar nada de protagonismo al enclave paisajístico. Por su parte, Andreas Tilliander aka TM404 abrió el prólogo con un catálogo de cadencias analógicas por medio de su maquinaria Roland: un par de 303, una 606, una 808… y alguna más que no reconocimos.

Paral·lel Festival

En el día de los directos, el siguiente en desfilar sería el esperadísimo Luigi Tozzi, cuya meteórica carrera ya le sitúa en lo más alto del cajón, si hablamos de deep-techno. Las expectativas, por lo tanto, más altas de lo que finalmente nos transmitió su live. Siendo honesto, me espera algo más del capo de Hypnus. Si bien es cierto que su originalidad y buen gusto quedan fuera de toda duda, en esta ocasión, el italiano no arriesgó demasiado, quedándose un punto por debajo de sus posibilidades. Acto seguido, Wata Igarashi tendría su revancha, tras pasar la noche en vela solucionando su set-up. Ahora sí, su directo nos puso los bellos como escarpias. El nipón desplegó un techno genuino y futurista, pura vanguardia, rico en matices, pentagrama lleno… pero sin sobrar ni un sólo clap. Probablemente, lo más interesante que escuchamos en todo el fin de semana.

El japonés situó el listón por las nubes, poniéndoselo cuesta arriba a Patrick Russel. El americano constituía otro misterio por descubrir, que en esta ocasión no llegó a sorprendernos para bien. Sus atmósferas no terminaban de cuajar, demasiado lineal para un prólogo que debió ser más cañero. Cuatro horas que, ahora sí, se nos hicieron eternas. Tampoco el live de Tobias nos permitió levantar los pies del suelo en demasía, pese a que agradecimos la subida de ritmo y la mayor variedad musical que propuso, introduciendo algunos redobles de bombo y pinceladas house y electro. Así pues, el tramo final terminó yaciendo un tanto descafeinado, sobre todo comparándolo con las dos primeras jornadas.

Paral·lel Festival

No obstante, hay que decir que la familia de Paral·lel ha logrado, por méritos propios, conquistar al público musicalmente más exigente y purista, a base de esfuerzo, mucho riesgo y, sobre todo, una pasión y una meticulosa dedicación por todo lo que hacen, de la que muy poquitos eventos pueden presumir. Además, de momento, este festival es único en su especie, al menos dentro de nuestras fronteras. No existe nada mejor que saborear el mejor techno entre un ambiente multicultural, íntimo y de diez como el que se da allí por las laderas del Pirineo catalán. Si el año pasado consiguieron fascinarme, esta edición me sirve para consolidarlo entre mis citas anuales favoritas… ¡a seguir así!

Autor: Pablo Ortega