Todo lo bueno se acaba. El verano también. Como cada año, la época estival nos ha dejado una buena ristra de eventos sobre las espaldas, la mayoría de ellos en territorio tulipán, aprovechando mi residencia en Rotterdam: PollerWiesen, The Crave, Air Force, Katharsis, Paradigm, Mysteryland, Paral-lel (pueden hacer click sobre ellos para abrir sus respectivas crónicas)… y otros sobre los que no hemos podido escribir. Pues bien, todavía nos faltaba poner la guinda. No era fácil elegir qué festejo cubrir para este broche de oro. Finalmente nos decidimos por Into the Woods, un festival diferente, como comprobarán a través de este reportaje…

Si tenemos que destacar algo, sin duda tendríamos que hablar sobre su escenografía, todo un regalo para los sentidos, y no sólo para los oídos. Impresionante trabajo de montaje por parte de decoradores e instaladores. Cada rincón de esta especie de ciudadela encantada estaba cuidado hasta el más ínfimo detalle: gnomos, telarañas, gusanos de luz, árboles vivientes, artefactos circenses, altares de boda (¡dando servicio!), estanques… todo muy animado y colorido, con la madera como material protagonista, así como pirotecnias e iluminación de toda índole. No me quiero ni imaginar las horas de trabajo que conlleva. Mucha gente le tuvo que dar fuerte al coco para generar algo así.

Into the Woods Festival

El resultado fue un recinto laberíntico en el que te podías topar con todo tipo de sorpresas, como un pequeño stage oculto a modo de miniclub, o una barbería, una tienda de complementos, un pequeño circo… y un montón de sitios extraños difíciles de describir. Todo esto fomentaba un ambiente muy divertido y disparatado, lleno de gente disfrazada o extrañamente ataviada, que ni en las raves de Cuenca. Los distintos escenarios, todos ellos curradísimos, giraban en torno a la zona central, más diáfana y desahogada, donde se distribuían los puestos de comida y áreas de descanso. En cuanto a sonido, Funktion-One por doquier, aunque no todas las áreas le sacaban el máximo partido.

VIERNES

Tras cumplir nuestras obligaciones laborales, pusimos rumbo a Amersfoort, una localidad a medio camino entre Amsterdam y Utrecht, más próxima a esta segunda, y por lo tanto, emplazada hacia el centro del país. Serían las ocho de la tarde, todavía de día, cuando conseguimos validar nuestros pases y adentrarnos en la maleza. Como el propio nombre del festival sugiere, Into the Woods presenta un marco escénico natural sobre los bosques holandeses que resulta todo un reclamo para sus asistentes, de gran mayoría local. No se encuentran banderas italianas o españolas por aquí, lo cual habla muy bien de la calidad del público.

Into the Woods Festival

Lo primero que hicimos fue dar vuelta de reconocimiento para maravillarnos con el despliegue artístico y, sobre todo, ubicar bien los seis escenarios principales, que no era fácil. Como buen certamen típico de esta nación, los estilos más frescos como el house o el disco abundan, por lo que no teníamos mucho donde elegir en esta primera jornada. Nuestra casa fue, tanto viernes como sábado, el área Beukenbos, donde nos asentamos a base de techno sin contemplaciones. El primero en bombardearnos fue Ø[Phase], principal espada de Token Records. El británico cuajó un notable DJ set muy dinámico, repleto de tracks de producción propia, dejando bien claro que quería hacernos bailar. Nunca defrauda.

Into the Woods Festival

Abran paso al partepistas por excelencia. La oscuridad de la noche se ciñó sobre nosotros, tan sólo hacía falta un poco más de madera para terminar de incendiar el dancefloor. Nadie mejor que Perc para pasar el rodillo y ponernos boca abajo. Contundencia y presteza a raudales, y es que los bombos pesados del inglés siempre acaban pasando factura en cuerpo y mente. La próxima vez llevaré arneses y anti-inflamatorios a sus sesiones. Apuesto a que el señor del techno rasgado mandó a más de uno a la enfermería (o al psiquiatra). Una lástima tener que abandonar el dancefloor unos minutos antes del cierre, hacia la medianoche, pero no podíamos perder las últimas conexiones para volver a casa. Aquí no había acampada.

SÁBADO

Sin deber alguno, más allá de disfrutar la contienda, el sábado sí que pudimos acometer las medianías del bosque bastante más temprano, disfrutando así de la cita de forma más extensa y relajada. Tras presenciar los últimos compases del back to back entre Jasper Wolff y Maarten Mittendorff, imposible de valorar en tan poco tiempo, entramos en plena faena con Antigone, un emergente productor al que cada vez lo vemos asentándose más en la escena, a quien ya vimos en su paso por Paradigm hace pocas semanas. Al igual que aquella vez, el francés volvió a pasar por cabina sin demasiada pena ni gloria, haciéndonos vibrar en tan sólo ciertos momentos puntuales. Hay que pedirle más.

Into the Woods Festival

El que sí empezó a hacernos separar los pies del suelo, fue el joven Remco Beekwilder, al cual le costó un rato arrancar y coger ritmo, pero cuando lo hizo, consiguió meterse al respetable en el bolsillo, gracias a la progresión de un set muy musculoso, de menos a más, bien estructurado, donde las paradas brillaron por su ausencia. El holandés tocaba en casa y se le vio concentrado, con ganas de justificar su presencia en Into the Woods. Acto seguido, su compatriota Stranger continuó por la misma senda, con un repertorio notablemente más clásico, pero igualmente directo y pistero, manteniendo la temperatura del floor bien alta, y dejando caer algún que otro tema mítico.

Motivados por su nombre artístico, dirigimos nuestros traseros hacia el Bosspot, un stage con graderío más propio de conciertos, pero bien dotado de acústica y luminotecnia, como todos, pues teníamos curiosidad por saber qué se escondía tras esta sugerente denominación: Ammar 808. Esperábamos un live analógico de maquinaria Roland, sin embargo, nos topamos con un grupo llamado Otzeki, en principio programados para el viernes, pues el tunecino tuvo problemas de visado que le impidieron acudir. La banda de Londres nos entretuvo por unos instantes con su particular manera de entender la electrónica, de vocales provocadoras y melodías a guitarra y teclado.

Into the Woods Festival

El otro escenario que visitamos con detenimiento, fue el Takken Stage, donde se cocían las cadencias más deep. Mark Flynn, más conocido como The Drifter, despachaba todo un catálogo de estilos fusionados, a caballo entre el house y el minimal, sin importarle demasiado la solidez de su discurso. Interesante mezcolanza de géneros, sobrado de frescura, aunque escaso de potencia. El irlandés le cedió el testigo al dúo Woo York, quienes mejoraron considerablemente el panorama. Los ucranianos son capaces de dibujar un paisaje sonoro como pocos, profundo y sofisticado, a veces rozando lo experimental. Su peculiar visión del techno es de esas que crean escuela. Pese al bajo tempo, sus líneas de graves hacen moverse a cualquiera.

Into the Woods Festival

Desgraciadamente, la hora de los cierres iba llegando. De vuelta al Beukenbos, unos inspiradísimos AnD repartían bacalao a diestro y siniestro. Por encima de los 130 bpms, los escoceses son siempre un peligro a los platos. Hard-techno de cuchillo y tenedor, directo a la yugular, sin freno ni remedio. Cuando tienen el día, son imparables. Tras una buena ración de industria pesada, elegimos concluir el festival con un tipo que está dando cada vez más que hablar, aclamado por su soberbio manejo de modulares y sintes. Nos referimos al carismático Colin Benders, el cual nos terminó de castigar los tobillos con su fantástico directo. El holandés, que apenas deja de manipular sus cacharros durante la actuación, se está ganando, por méritos propios, su espacio en el corazón de los más puristas.

Into the Woods Festival

Todo esto fue lo que dio de sí Into the Woods, una fiesta tan original como pintoresca, como ya apunté a principios del relato. Se trata de una experiencia única, más que recomendable, sobre todo si sois de esos que también valoráis el entorno y el decorado sobre el que se sustenta el evento. Desde luego, sus creadores han conseguido dar con un concepto muy estimulante que mueve masas, colgando el sold out con bastante facilidad, edición tras edición. Les agradecemos que nos hayan tenido en cuenta este año, sobre todo a Maurice, quien nos ha dado todas las facilidades para traéroslo en exclusiva. Esperamos repetir.

Autor: Pablo Ortega