Todos conocemos eventos de gran envergadura como Tomorrowland, BPM o Burning Man, capaces de congregar decenas de miles de asistentes. En un siguiente escalón, encontraríamos el festival que nos ocupa hoy, Extrema Outdoor, la versión belga del archiconocido Awakenings. Pese a que nos consideramos ya quizás demasiado veteranos para seguir jugando estas ligas, lo cierto es que nos apetecía mucho dar fe de uno de los macro-eventos más potentes del norte de Europa, y más desarrollándose tan cerca de Rotterdam, ciudad que viene acogiéndonos por tres años y medio. Si lo vuestro es el house, el techno, y todos sus derivados, sin duda deben darle una oportunidad a este coloso del circuito.
A pesar de su nombre, Extrema no cuenta con sonidos demasiado duros en su programación, como sí que ocurría antaño. Un total de nueve escenarios temáticos dan cabida a un menú de lo más variado. Los “Distrikt”, numerados del 1 al 7, contaban con un montaje y atrezzo espectacular, todos ellos, en mayor o menor medida. Otros dos stage más modestos, el Aperol Spritz y el Red Light, redondeaban un vasto complejo que se distribuye en torno al lago De Plas, sobre una de las mayores zonas verdes del este belga. Para llegar, teníamos la opción de coger autobuses lanzaderas desde la localidad de Hasselt, aunque finalmente nos dejaron un coche para no depender de sus horarios.
Por motivos laborales, nos fue imposible cubrir la jornada del viernes, en la que artistas como Sven Vath, Monika Kruse, Jennifer Cardini, Karim Soliman, o nuestro compatriora Edu Imbernon, harían lo propio ante el público más prematuro, after en el camping incluido, hasta las tres de la mañana, como todos los días. Pese a que también nos dieron acceso a la acampada, al final decidimos pasar la única noche que tuvimos que dormir allí en nuestro propio vehículo, ya que pudimos estacionarlo en el parking de la crew gracias a nuestras acreditaciones de prensa, bien vigilado, y bastante tranquilo. Muy bien la organización, en todos los sentidos, desde la comunicación, siempre clara y fluida, hasta el desarrollo de los acontecimientos. Todo salió según lo previsto.
Extrema Outdoor coincidió en fechas con otros festivales importantes, del viernes 7 al domingo 9 de junio, lo que no le impidió colgar el cartel de sold out días antes de su celebración. A estas alturas del año, la gente tiene muchas ganas de pegársela, aprovechando la buena meteorología, que por fin empieza a notarse por estas latitudes. Dicho esto, el tiempo que nos hizo no fue del todo clemente, ya que tuvimos que soportar algunas lluvias puntuales que, no obstante, no llegaron a enturbiar la experiencia. Uno de los buses radiales nos llevó hacia el recinto, y tras un control de acceso prácticamente nulo, cargamos nuestras pulseras para poder pedir comida y bebida dentro, por medio de este novedoso sistema de pago y recarga, en el que tú mismo podías añadir saldo a través de una APP online.
Nos gusta el ambiente belga. En general, los asistentes locales suelen ser simpáticos y muy chicharacheros, bastante más que sus vecinos holandeses. Por supuesto, asimismo asistieron personas de todos los rincones del planeta, muchos españoles también. Nuestra primera parada se produjo en el Distrikt 5, uno de los más grandes y mejor dotados, justo en medio del recorrido, donde Recondite despachó uno de los directos más aclamados del panorama actual. El discurso del alemán fue perfecto para ir arrancando motores: elegancia, sutileza, atmósfera y, sobre todo, mucha profundidad. La calidad de su producción musical quedó más que patente.
A continuación, una de las puntas de lanza de Desolat, el argentino Guti, quien tendría dos horas por delante para desarrollar su live, aunque no tardamos en buscarle alternativa a un tech-house demasiado simplón. La segunda carpa pronto se convirtió en nuestra favorita, ya que fue allí donde más leña se cortó. Dos clásicos como Farrago y Airod propusieron una banda sonora muy nostálgica, recuperando viejos temazos que quemaron muchas suelas de zapatillas allá por los inicios de los dosmiles, esto es, techno tribalero con reminiscencias electro, macarra pero efectivo. Este stage con fisionomía de barco pirata, de mucha madera y suelo arenoso, a orillas del lago, nos dio muchas alegrías, además de hacernos viajar atrás en el tiempo.
Otra muestra de ello fue la sesión de Anastasia Kristensen, quien añadió unas buenas dosis de acidez y contundencia a un dancefloor muy agradecido. Poco sabíamos de esta danesa que, al parecer, suele ser uno de los platos fuertes durante los atardeceres de cada edición. Cerca de allí, el área 1 solía ofrecer conciertos interesantes, o bien directos distintivos, como los de Mathew Jonson o Jungle by Night. De vez en cuando nos asomábamos, atraídos por su escenografía playera y su buena acústica. Cabría destacar la actuación de HVOB, una banda compuesta por los austriacos Anna Müller y Paul Wallner que consiguen fusionar varios estilos con sus sugerentes vocales.
Por otro lado, y por no dejarnos escenarios sin mencionar, los Distrikt 6 y 7, los más alejados de los accesos, albergaban los actos más soft del programa, todo lo que concernía al deep-house o disco, por ejemplo. El primero suponía el único espacio indoor, bien equipado con Funktion One, como casi todos, aunque lo cierto es que no llegamos a contar ni siquiera una docena de oyentes bajo su cubierta metálica a dos aguas, con DJ Fett Burger a los platos. Por su parte, el último stage sí que presentaba un aspecto muy colorido y concurrido en todo momento, como vimos durante el back to back entre Cooper y Nick Dillinger.
De vuelta a nuestro navío errante, en el cual se cocinaba el poco techno que nos brindaba Extrema, nos topamos con el comandante Rødhåd, quien bien parecía el pirata Barbarroja. El germano tuvo uno de esos días en los que le salía todo, además de compartir lo mejor de su maleta. El mejor set de la jornada ya estaba adjudicado. El closing fue obra de una de las leyendas vivas del sonido que nació en Detroit, el todopoderoso Chris Liebing. El de CLR volvió a demostrar por qué sigue siendo toda una referencia. Nunca se bajó ni un solo peldaño de la cúspide de la escena. Excelso en las mezclas, como viene siendo habitual, toda su sesión parecía la misma cosa, como si pusiera un solo track, magistralmente hilvanado y matizado, hasta desencadenar un bonito cierre. Podrán criticarlo, desprestigiarlo… pero nunca podrán negar lo genio que es, y que su aportación a la historia del techno siempre estará ahí.
El día del Señor fue el de la hornada de progressive. Sin embargo, abrimos boca con otro de los míticos: Tom Hades. Fiel a su impronta, el helvético jugaba en casa y se le vio muy activo con la mesa de mezclas, soltando sin piedad los primeros bombos pesados del domingo. Otra actuación con cierto aroma retro, que dio paso a la de Juan Sanchez, uno tipo que conocemos demasiado bien, gracias a su paso por numerosas cabinas holandesas, y es que al de Drumcode, últimamente, te lo encuentras por doquier. Precisamente por ello, decidimos cambiar de aires, encontrando un buen refugio en el Distrikt 4, de la mano de Fideles, quienes nos agradaron con su techno progresivo, bastante melódico, pero de excelente pegada.
Tras el dúo italiano, Fur Coat continuó por los mismos fueros, aunque los venezolanos terminaron por bajar el ritmo, así que regresamos al área 5, donde ni Deaf Pillow, pese a un tema de cierre tremendo, ni Damian Lazarus, nos llegaron a engatusar, por lo que aprovechamos para visitar el chill out y los puestos de comida para descansar un poco y coger fuerzas para la recta final. Habría que destacar el montaje de dicha zona de descanso, ejecutada con estructuras de barras de acero sobre la que colgaban hamacas y asientos modulados de madera, así como elementos decorativos, tales como barras flexibles de luces LED o cuerdas de escalada.
El Distrikt 7 sería territorio Kölsch por diez horas, ya que el carismático pinchadiscos teutón realizaría cuatro versus seguidos, para finalmente dar cierre con su acto en solitario. Lo vimos un rato junto a Michael Mayer, pero como ninguno es santo de nuestra devoción, redirigimos nuestros pasos a la pista más technoide, donde Massimo Mephisto cerraba su sesión con el inolvidable “T1” de The Advent & Industrialyzer. Acto seguido, el implacable Marcel Fengler nos sacudió, sin contemplaciones, con su repertorio áspero y contundente, convirtiendo la playa en una auténtica olla a presión de hard techno, pero todavía quedaba mucha tela por cortar…
Turno para una de las headliners más solicitadas en la actualidad: Paula Temple. La británica es sinónimo de potencia y tenacidad, y aquí no iba a ser menos. Sin embargo, más acostumbrados a verla pinchar en clubes, la omnipresente artista afincada en Berlín, tiró de un prontuario demasiado festivalero, más pistero que fantasmagórico, sin asumir riesgos, por lo que poco o nada nos sorprendió su arenga. Aunque terminara poniendo muchísimos temas, mezclando con presteza y soltura, hay que pedirle más. Luego, evitamos a Marcel Dettmann, otro que hemos visto tantas y tantas veces, para disfrutar de la esperadísima puesta en escena de otro de los grandes…
Nos referimos a Richie Hawtin, al cual hacía bastante tiempo que no contemplábamos. El canadiense sigue a lo suyo, es decir, minimal-techno de vanguardia, adornado por un sinfín de filtros y samples que hacen enloquecer al respetable en subidas y transiciones de vértigo. El líder y creador de M-nus te puede gustar más o menos, pero desde luego se merece todos los respetos, tanto por su peculiar forma de entender la electrónica, como por su inigualable destreza con sus aparatos digitales. El mejor cierre vino por parte de Amelie Lens, otra a la que también debemos reconocerle sus méritos. La belga agita masas como pocos, sin temblarle el pulso lo más mínimo. Techno de toda la vida, acidado y modernizado, capaz de hacer bailar hasta a los más damnificados.
Otros que nos regalaron unos buenos fragmentos musicales fueron Eelke Kleijn y Satori con sus directos. Ben Klock tampoco estuvo mal clausurando el área 2, si bien la emergente fémina nos convenció más con su intensidad y firmeza. Como ven, muchas y muy buenas opciones para poner el punto y final a una expedición que valoramos muy positivamente, recomendándola encarecidamente a aquellos que les vayan los festivales masivos de gran calibre, con sus correspondientes infraestructuras del máximo nivel. Agradecimientos especiales a Lomme Valkeneers por ponérnoslo tan fácil, dándonos soluciones rápidas y eficaces a todas nuestras cuestiones. Se nota que Extrema es de los grandes. Su fama es bien merecida.
Autor: Pablo Ortega