Si existe un sello que mueve masas en los Países Bajos, ese es Electric Deluxe. Por si fuera poco, el mítico label holandés, encabezado por Speedy J, unió sus fuerzas con Dystopian, propiedad del omnipresente Rødhåd, en lo que terminó siendo una noche para la historia de la escena clubbing de Rotterdam. No se pierdan detalle de este showcase sin precedentes. A través de la presente crónica, les vamos a desvelar lo que dio de sí esta gran contienda.
El pasado sábado 11 de febrero, volvimos a pisar uno de nuestros clubes favoritos de Holanda, el Factory 010, ubicado en la décima y última planta del mastodonte de hormigón armado: Maassilo. Ya ha pasado más de un año desde mi aterrizaje en la ciudad de Rotterdam, un período que me está permitiendo acudir a una gran variedad de eventos techno de enorme calidad, como son todos aquellos que tienen lugar aquí en Factory 010. Sin duda, es el emplazamiento escogido por la mayoría de colectivos para desplegar las fiestas más multitudinarias, tanto por su capacidad de acogida como por sus prestaciones técnicas. De hecho, ya son varios los reviews que he escrito bajo sus imponentes muros de fábrica.
El menú de la noche ya hacía presagiar una jornada de emociones fuertes: Speedy J, Rødhåd, Subjected, Alex.Do y varios artistas locales en clave de directo analógico, tales como OSC1899, Boris Scorpio o Mono-Poly. Se abrieron tres salas: una main room, donde actuarían los exponentes de Dystopian, una secundaria (pero no por ello menos provista de sonido), en la que el maestro de ceremonias desplegaría todo un “all night long”, y una tercera, mucho más pequeña y residual, donde los jóvenes talentos tendrían su oportunidad de mostrar al público sus credenciales. Así pues, tendríamos por delante una programación más que interesante, de esas que siempre te dejan con la sensación de haberte perdido algo.
Serían poco más de la una cuando conseguimos acceder al interior de la vieja factoría de Feyenoord, rehabilitada para fines lúdicos, a orillas del río Maass. No sabemos si el evento terminó colgando el cartel de “sold out”, pero sí les podemos garantizar que, desde primera hora, los dos espacios escénicos principales se encontraban abarrotados. Tras depositar nuestros atuendos en taquillas y conseguir unas monedas para consumiciones, nos dispusimos a visitar el main floor en busca de las primeras sacudidas de la noche. Allí se encontraba el joven alemán Subjected, quien desde sus inicios demostró por qué su nombre aparece cada vez más entre los mejores line-ups de la escena undergound centroeuropea. Techno de corte oscuro e industrial, simple pero de gran pegada. Sin embargo, uno de los “santos” de mi devoción llevaba ya casi dos horas de rodaje en un escenario dispuesto para él solo. Tuve que acudir a la llamada.
Si bien es cierto que Subjected nos calentó rápidamente con su discurso serio y adusto, fue Speedy J quien verdaderamente nos puso en órbita. Tras una secuencia de tracks en progresión ascendente, el holandés alcanzó su punto de inflexión hacia las tres y media de la noche. Un lapso de clímax que se alargó bastante, hasta el punto de absorbernos por completo mediante sus demoledores basslines, descolocándonos en cada subida y transición. El de Rotterdam es todo creatividad tras los platos, su lectura del público está al alcance de muy pocos. Además, tenía la ventaja de jugar en casa.
Con la noción del tiempo perdida, en un momento dado caímos en la cuenta de que un tal Rødhåd se encontraba en la sala principal poniendo a prueba los cimientos de Maassilo. Aunque no fue tarea fácil, conseguimos liberarnos de los beats de Speedy J y pusimos rumbo a un main floor lleno hasta la bandera. Son ya muchas veces las que he escuchado en directo al germano, y desde mi experiencia, puedo decir que sus actuaciones han sido un compendio entre luces y sombras. Esta vez tocó la de cal. Ritmos muy cercanos al tech-house que no terminaron de encandilarnos, por lo que aprovechamos para visitar el tercer escenario.
Como era de esperar, el espacio provisto para los artistas de menor reputación contaba con muchas menos dotaciones acústicas y luminotécnicas, dando como resultado una atmósfera bastante triste en comparación con los otros habitáculos. Nuestro paso por allí fue muy fugaz, así que no entraremos a valorar el set de OSC1899, cuyas máquinas destacaban por el kilometraje de cables entrelazados que apenas dejaban ver los botones y potenciómetros. Una lástima que el bajo rendimiento de aquel sound system apenas nos permitió apreciar el live del aspirante.
De vuelta con el capo de Electric Deluxe, enseguida volvimos a sentir esas oleadas de bajas frecuencias en forma de aire a presión en nuestras cajas torácicas. Bomba tras bomba, Speedy J seguía ofreciéndonos lo que todos esperábamos de él, es decir, techno de alta gama, contundente y envolvente, marca de la casa. Sin embargo, el roterdamés empañó ligeramente su sesión en su recta final, ya que se fue diluyendo poco a poco a través de un closing un tanto monótono, donde echamos en falta algún bombo diferente. Ocho horas de sesión quizás fueron demasiadas, lo que no quita que cumpliera con muy buena nota en su propio showcase.
La fiesta concluyó una hora más tarde de lo previsto, hacia las ocho de la mañana, lo cual siempre es de agradecer. No obstante, muchos asistentes fueron abandonando el recinto minutos antes del cierre. Sin lugar a dudas, asistimos a otra gran gala del mejor techno europeo, en una muestra más del excelente estado de salud en que se encuentra este país, en cuanto a lo que a producción de eventos se refiere. Esta vez, me despido con un par de agradecimientos: uno para el equipo de grandes profesionales que trabajan a la sombra de Electric Deluxe, con los que hemos abierto una nueva vía de contacto y colaboración, y otro para Irene, mi fiel compañera de batallas durante mi exploración de la escena electrónica holandesa, a quien le dedico esta crónica… ¡contando los días para la siguiente incursión!
Autor: Pablo Ortega
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