Con el ocaso del verano, llega el cierre de la época de festivales. Tras unos intensos meses de asistencias y reviews, decidimos poner el broche de oro al ciclo estival con Draaimolen, sin duda, la mejor opción del fin de semana del 16 de septiembre en los Países Bajos. Pese a lo tardío de su celebración, el aforo máximo estuvo muy cerca de completarse. La predicción meteorológica no era demasiado halagüeña, lo cual disparó la actividad de reventa de entradas. Por suerte, no cayó ni gota, aunque cada uno de los cuatro escenarios levantados se dotaron de cubiertas ligeras, la mayoría de ellas blancas y circulares, imitando el famoso main stage de Dekmantel (ver crónica).
La programación se extendería hasta las doce y media de la noche, algo más de lo habitual, por lo que demoramos nuestra entrada hasta las seis de la tarde para ir con las pilas bien cargadas. Debido precisamente a su tardío horario de clausura, realizamos el viaje a Tilburgo en coche, de manera que no teníamos que perdernos ninguna de las fantásticas actuaciones finales que nos deparaban. El sitio era inspirador, parecía un bosque encantado, repleto de árboles de copa alta, se respiraba aire puro y frescor. En enclave de Charlotte Oord fue todo un acierto por parte de la organización.
En cuanto a escenografía, a cada uno de los distintos stages se le dio el un tratamiento diferente, con estilo, en función de su tamaño y temática musical. El main destacaba sobre el resto, equipado con varias pantallas hexagonales en suspensión y un ostentoso sound system. El Parking Lot tampoco se quedaba atrás, luciendo un gran telón de fondo televisado donde se proyectaron visuales abstractas, acordes con la programación más technera. Nada más ver su equipo de audio, automáticamente se nos dibujó una sonrisa en el rosto, ya que nos topamos con los todopoderosos Lambda Lambs de nuevo, una acústica que nos dio muchas alegrías en nuestro paso por Paral-lel (ver crónica).
Las otras dos áreas, el Drama y el Giegling, esta última de horarios secretos, quedaron eclipsadas por las otras dos, de mucha más entidad. En la primera, que hacía las veces de chill out, destacaba el live de Surgeon bajo su nombre real, Anthony Child, de carácter experimental, mientras que la segunda, más animada y adornada, albergaría directos tan potentes como los de Vril, map.ache o Edward. La pista de baile del Drama brillaba por su ausencia, pues un tetris de sofás y otros elementos de descanso la colmaban, convirtiéndola en el sitio idóneo para el relax y el esparcimiento. Sin embargo, nosotros no habíamos venido aquí a sosegarnos, ni mucho menos, así que tras una vuelta de reconocimiento por todo el recinto, nos pusimos al turrón.
Draaimolen nos dio la bienvenida con el cierre de sesión de Gui Boratto, es decir, con su archiconocido “Beautiful Life”, un tema que nos transportó diez años atrás, a la era de los ya extinguidos Creamfields de Villaricos, donde artistas de corte progressive como el brasileño solían arrancar los motores de aquellos maravillosos festejos. Los que tengan mi edad, seguro que entienden lo que les digo. El arquitecto celebraba sus diez años del directo Chromophobia, congregando en el escenario principal un cuantioso séquito. Por su parte, en el Parking Lot, daba comienzo la actuación de DVS1, un pinchadiscos que gusta mucho por Holanda. El ruso presentó un set bastante lineal, tuvo sus momentos, pero tampoco llegó a despuntar como otras veces. Ya lo he dicho en otras ocasiones; su espectro musical es muy de club, sobrio y recio, de hormigón armado. Pese a su buena labor tras los platos, su techno pierde peso en open air.
Acto seguido, turno para una de las revelaciones del año, el emergente Talismann, cuyo live no deja a nadie indiferente. El holandés, que ya nos dejó gratamente sorprendidos en Dekmantel, volvió a hacerlo; lluvia de sonidos místicos bajo líneas de graves profundas y sobrecogedoras, tremendamente bailable. Calidad pura, sonidos propio… un regalo para los sentidos. A continuación, una de las figuras más importantes en la historia reciente del techno, el señor Len Faki. El de Figure Records nunca se anda con chiquitas, y esta vez no fue diferente; vendaval de bombos pesados y catálogo de charlys. El alemán adereza las subidas como pocos por medio de su controladora auxiliar, para luego sacudirnos sin piedad.
Poco antes de que concluyera su set, nos dirigimos al stage principal para comprobar qué daba de sí el esperado back to back entre Âme y Rødhåd, quienes unirían sus manos para desarrollar esta actuación en exclusiva para este evento. Nos llenaba de curiosidad ver qué derroteros cogería la unión entre el deep-house de uno y el techno crudo del otro, lo melódico contra lo percusivo. Afortunadamente, la sesión se fue más por el lado techno, con el barbudo como protagonista indiscutible, quien se mostró mucho más incisivo y dinámico con la mesa de mezclas. Para terminar, volvimos al Parking Lot con la intención de convertirnos, una vez más, en víctimas de los British Murder Boys, o sea, Surgeon y Regis. Pese a alguna duda y descoordinación inicial, el británicos sonaron como nadie, obligándonos a pensar seriamente en pedir cita el lunes con nuestros doctores.
Ha quedado patente que Draaimolen no es un festival más del montón. Factores como su disposición diáfana en bosque abierto o el buen trabajo con el montaje de escenarios y elementos decorativos, lo convierten en un envite original y atractivo. Además, su clara apuesta por los sonidos más underground de la escena, lo sitúan en la zona noble de nuestras preferencias. Este año, hemos conseguido acometerlo, todo un acierto, ha sido el closing perfecto para un verano de muchas batallas libradas en campos de tulipanes. Con él, nos despedimos del verano y reanudamos otra etapa, más fría y sombría… tiempos de clubbing. Salas como Transport, Factory 010, De School, Shelter o Basis vuelven a abrir sus puertas.
Autor: Pablo Ortega
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