Si existe un festival en los Países Bajos al que tenía ganas de hincarle el diente, ese es Dekmantel. El año pasado tuve que confirmarme, por motivos laborales, con una sólo jornada, la del domingo. Aunque aproveché el envite todo lo que pude, prácticamente desde la apertura de puertas, lo cierto es que me supo a poco, sabedor de todo lo que me perdí. Allí pude ver artistas de la talla de Ben Klock, DJ Koze, Magda, Mike ParkerRandomer, por citar algunos. Una maravilla para los oídos, sobre todo gracias al impecable sistema de Funktion One dispuesto en todos y cada uno de los escenarios.

Dekmantel Festival

Con un concepto muy alemán de festival, por no decir berlinés, Dekmantel se ha colocado, por méritos propios, entre los grandes macro-eventos de la escena europea. Todos los amantes de este mundillo quieren experimentarlo, y prueba de ello es lo pronto que cuelgan cada edición el cartel de “sold out”, incluso antes que el todopoderoso Awakenings, y eso que se celebra después. Cabe decir que, en sus inicios, su programación se fundamentaba en el techno y sus derivados, además de guiñar lo experimental. Sin embargo, poco a poco, la música disco le está comiendo terreno al sonido underground. La moda hípster está pegando fuerte, y aquí tenemos un claro ejemplo.

Hasta aquí las malas noticias, porque el resto de argumentos que nos ofrece Dekmantel son todo bondades, empezando por el emplazamiento. Amsterdam es una ciudad top en cuanto a cultura musical, y cuenta con un buen número de zonas verdes de dimensiones generosas para albergar efemérides de este calibre. Entre ellas, Amsterdam Bos destaca por la espesura de su masa arbórea y su buena situación con respecto a la capital holandesa, cerca de enlaces clave con el aeropuerto de Schiphol o Zuid Station.

Dekmantel Festival

Los asistentes más incansables están de enhorabuena, porque la programación no termina en los seis escenarios dispuestos sobre el tapete, ni mucho menos. Clubes de altas prestaciones como Shelter o Radion abrieron sus puertas para albergar los after oficiales. Por otra parte, el contenido de conciertos, talleres, charlas, conferencias… tuvieron lugar en Tolhuistuin, Eye y Bimhuis, espacios multiusos perfectos para tales propuestas. Sin embargo, decidimos que el programa diurno del propio festival era más que suficiente para satisfacer nuestras expectativas…

VIERNES

Al recinto se podía llegar de cualquier manera: transporte público, vehículo privado, bici… incluso se facilitaron autobuses lanzaderas desde la estación del sur. La zona de acampada se encontraba bastante alejada del complejo escénico, casi a media hora caminando. No nos resultó complicado hacernos con la sombra de un buen árbol, y además, a orillas del lago De Poel. El camping estaba bien provisto de duchas, servicios sanitarios, supermercado, stand de comida rápida, comederos… de hecho, funciona como tal durante todo el año. Tras montar nuestra base de operaciones, pusimos rumbo a la gran batalla.

Dekmantel Festival

Aunque nos perdimos actuaciones como la de Nina Kraviz o Mathew Jonson, sí que llegamos a tiempo para presenciar las últimas pinceladas de Deniro, cada vez más presente en carteles de relumbrón. No obstante, a quien realmente nos apresuramos a ver fue a [Ø] Phase, punta de lanza del prestigioso sello Token Records. El live del prolífero productor británico es una auténtica oda al techno actual. Sus temas cada vez se cuentan más por himnos: Insectoid, R-Mash, o su remix de Hunstman, fueron algunos de los que dejó sonar. Empezamos bien.

Antes de continuar con el desfile de artistas, permítanme una breve descripción del escenario Ufo, donde a la postre pasaríamos casi toda nuestra andadura. Se trata del único escenario totalmente cubierto, el más fosco y parapetado. Prácticamente, el único que ofrecía techno. El grueso principal de su sound system lo componían dos portentosas formacione de line-array a los lados, bien apoyado por subgraves Funktion One bajo los mismos y hacia el medio. El despliegue luminotécnico, aunque sin grandes alardes, completaba una ambientación perfecta para degustar el sonido de la Motown.

Dekmantel Festival

Volviendo al turrón, el siguiente en desfilar fue Matrixxman, al cual ya hemos visto en repetidas ocasiones por estos lares. Nunca me terminó de convencer su performance, pero hay que reconocer que el americano soltó alguna que otra perla de su maleta. El que sí nos conquistó de principio a fin fue Talismann, una de las sorpresas agradables del line-up. El holandés presentó uno de esos directos a los que habría que recomendar pañales y babero. Techno de gama alta, atmósferas hipnóticas y subidas absolutamente impredecibles. Una caja de bombas que ya de por sí justificó nuestro desplazamiento. Lo mejor de la jornada.

Antes de encarar el cierre de stage, nos pasamos por el Boiler Room para ver a un viejo conocido, el ecléctico Voiski. El francés desarrolló su típico live de tintes electro, aunque nada escaso de contundencia. De vuelta a nuestro escenario favorito, el encargado del closing del Ufo fue el omnipresente Rødhåd, uno de los que no necesita presentación. Como siempre digo, uno nunca sabe qué esperar del alemán. Esta vez tocó la de cal, es decir, abrasión de bombos pesados y platillos punzantes. El dueño y señor del label Dystopian no se guardó nada, sacudiéndonos durante todo su acto con una excelente selección musical. Era el día.

SÁBADO

Tras un merecido descanso, volvimos a la carga. Esta vez, empezaríamos el día en el Selectors, un peculiar stage incrustado en la maleza, cuya cabina destaca por su cuidada construcción en madera, a modo de biblioteca. Allí nos topamos con Marcel Dettmann, a quien le otorgaron nada menos que cuatro horas para la apertura de esta área. Para nuestra sopresa, el residente del Berghain también suavizó su espectro sonoro, tirando de nu-disco, para colmo de colmos. Ante tal esperpento, cambiamos de acera, literalmente, para embarcarnos en el Greeenhouse, un escenario semicubierto por cristaleras, imitando la forma de un invernadero. Efectivamente, el calor en su interior se hacía notar. Allí, el directo original e incatalogable de Awanto 3 nos cambió la cara. Lástima que llegásemos tarde, tan sólo a tiempo para sus últimos latigazos.

Dekmantel Festival

Al primer artista que vimos en el Ufo fue a Anthony Parasole, un melómano del techno más deep y atmosférico, idóneo para nuestros primeros contactos con nuestro estilo musical preferido. Acto seguido, la presentación del nuevo live de Unforeseen Alliance nos terminó de poner en órbita. Los mejores productores franceses del momento: Zadig, Antigone, Birth of Frequences y el propio Voiski, unieron sus fuerzas para componer un directo sin precedentes, uno de los más esperados del festival. La organización tuvo que instalarles una mesa de dimensiones considerables, y es que la cantidad de aparatos que dispusieron sobre la misma, bien parecía un expositor de productos Roland y Native Instruments.

Acto seguido, la sesión que más ganas teníamos de disfrutar, la de Donato Dozzy y Peter van Hoesen, probablemente, mis artistas favoritos, hasta el momento. Cuando el italiano y el belga unen sus mentes privilegiadas, no cabe esperar otra cosa que un viaje sin retorno hacia las profundidades del techno más sofisticado y mental. Sin embargo, su set híbrido quedó empañado por el sonido resultante, algo por debajo del resto de actuaciones, cosa que no nos esperábamos, ni de lejos. Una pena, porque si llegan a aprovechar la acústica de la sala como es debido, el viaje sideral hubiera sido completo. De hecho, hacia mediados de su prolongada actuación de cuatro horas, decidimos experimentar, por una vez, el corazón del Main Floor.

Dekmantel Festival

El escenario principal merece un párrafo aparte. Creo que no me equivoco demasiado si digo que cuenta con el mayor sound system jamás montado en Holanda. Dos gigantescas agrupaciones de Funktion One vuelan sobre la pista de baile, algo que sólo hemos visto en festivales de escalas colosales como en Fusion de Alemania. A nivel del dancefloor, varios murales de cajas de subgraves empujan al público, literal, a base de bajas frecuencias en forma de aire cálido. Una gran cubierta circular arroja sombra sobre el mismo, mientras que una franja de luces mapeadas hace lo propio tras la cabina elevada, dándole colorido y redondeando la escenografía. Sencillamente, espectacular. Lástima que esta joya de escenario se le conceda al público menos exigente.

Lo cierto es que no hay mucho que ver allí, aunque tuvimos suerte con nuestra elección, la del dúo Red Axes. Los israelís repartieron lo suyo, gracias su eminente progressive-house, bien cocinado, de melodías evocadoras y buena pegada. Tras ellos, Tom Trago no tardó en echarnos de la pista, por lo que regresamos a nuestra casa, la nave nodriza Ufo, donde el emergente DJ Nobu nos regaló una sesión para el recuerdo. El japonés nos lanzó sus tracks más afilados y terminó por hacernos el harakiri, mandándonos al saco de dormir lleno de agujetas. Fantástico cierre de sábado noche, ya no dábamos para más.

DOMINGO

Con la triste sensación de que todo lo bueno se acaba, una vez más, arrancamos la jornada en el Selectors. Teníamos ganas de aprovechar el día soleado que se nos echaba encima. Sin embargo, otra vez, la música disco y el house menos consistente nos expulsó de allí, de la mano de Motor City Drum Ensemble, otro al que le sobraron tres de sus cuatro horas de set. Así pues, antes de lo previsto, terminamos donde siempre. En el Ufo nos encontramos con otra de las noticias positivas del festejo. Una tal Tijana T nos teletransportó a otro planeta por medio de su techno cósmico y profundo, tremendamente vanguardista, bastante ácido por momentos. Creo que mis palabras, “an alien army is coming”, quedarán para la posteridad.

Dekmantel Festival

Los siempre aguerridos Truss y Tessela, cuyo back to back se conoce como Overcomo, tomaron el testigo de la periodista serbia. Desgraciadamente, su actuación dejó mucho que desear, por lo que aprovechamos para salir de la boca del lobo en busca de aire fresco y sol. El sexto escenario en discordia, Red Light Radio, ofrecía un respiro para aquellos que buscaban un área más chill, colmada de bancos de madera y césped para sentarse. Por su cabina pasaron Olaf Bowijk y luego Stump Valley, sin nada que destacar. Todavía quedaba mucha tela por cortar en las trincheras del Ufo…

Uno de los artistas más en forma de la escena techno, el mediático Dax J, cogió los mandos de la nave para hacer lo que mejor sabe, esto es, atizar a su audiencia con martillo neumático. No hay mucho más que decir, y es que pocos artistas como este inglés, afincado en Berlín, saben incendiar el dancefloor como él. Para completar la inmolación, la pareja Karenn, compuesta por Blawan y Pariah, también de origen británico, se sirvió de su artillería pesada para continuar el discurso denso e industrial que comenzó el de Londres. El techno más abrasivo y rompedor sacudió los cimientos de toda la ciudad. Hasta los miembros de seguridad bailaron.

Dekmantel Festival

Difícil papeleta la de los misteriosos Vatican Shadow y Ancient Methods, la de dar continuidad al buen ritmo y sobriedad impuesta por los artistas anteriores. Aunque estos personajes nunca se arrogan, lo cierto es que su sesión gótica y estridente, quedó un par de escalones por debajo, por lo que dirigimos nuestros pasos al stage Boiler Room, donde sabíamos que Blawan, esta vez pinchando es solitario, seguiría cortando madera. Efectivamente, más techno de corte Birmingham para nuestros maltrechos tobillos, pero si piensan que la cosa terminó aquí, están muy equivocados…

Lo mejor del festival se reservó para el final, como debe ser. Tres palabras: British Murder Boys. Si todavía no saben a lo que me refiero: Surgeon y Regis. El resultado de esta unión no podía ser otro que la elevación del techno más adusto y devastador hasta cotas pocas veces alcanzadas anteriormente. Cirugía fina y maquinaria pesada a la disposición de aquellos que todavía les quedaba aliento, que éramos muchos. Tras la kilométrica maraña de cables, el cirujano, leyenda viva del género, y su lugarteniente, pusieron el broche de oro  a esta 11ª edición de Dekmantel, a la que vamos a darle un sobresaliente en todos los aspectos, excepto a la programación. Incomprensiblemente, el sonido techno, aunque de intachable calidad, cada vez está resultando más minimizado, quedando relegado, en casi todo momento, a un solo escenario.

Autor: Pablo Ortega

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